Miguel Martínez García, forja miguel “Siempre he intentado avanzar para crecer en este oficio”


Este empresario toledano lleva más de 40 años como forjador, oficio al que ya se dedicaron su padre y su abuelo y que afirma no cambiaría por ningún otro a pesar de que en su momento lo pudo hacer. Ahora, más cerca de la jubilación, asegura que es algo que no se plantea, aunque reconoce que, antes o después, tiene que llegar. De momento, sigue disfrutando de su trabajo.
Miguel Martínez es un maestro artesano de Villarrubia de Santiago de 59 años (Toledo) que lleva en su profesión, forjador, toda la vida ya que desde que tenía sólo 15 años empezó a trabajar en el taller de su padre para aprender un oficio que le lleva acompañando toda la vida. Con 9 años estuvo en un colegio interno en Madrid donde adquirió una formación profesional de la que se muestra muy orgulloso.

Más tarde, ya en el taller familiar aprendió todo de su padre y de su abuelo, quien también se dedicaba a este noble oficio, y no quiso dejarlo por el sacrificio que les había costado a ambos a pesar de tener la posibilidades de haber entrado en aquel momento en Iberia.

“Me dio pena dejar el trabajo al que mi abuelo y mi padre habían dedicado su vida y de ahí que siguiera adelante con él y no cambiaria el rumbo”, señala.

Desde entonces han pasado casi 45 años y Miguel Martínez continúa haciendo lo que más le gusta, como él mismo confiesa, un gremio en el que cada vez hay menos gente que se dedica a el. “Me encanta mi trabajo, no puedo decir otra cosa, y siempre ha sido así”. Además, su intención es la de continuar al frente del negocio todo el tiempo que pueda, o mejor dicho, mientras la salud se lo permita. “Ya sé que se cubren etapas y cuando me llegue la jubilación es lo que hay, pero lo miro con cierta pena y me duele llegar, así es que mientras pueda, seguiré aquí”, agregó.

Aunque tiene dos hijos, ninguno de ellos ha decidido continuar la saga de forjadores, algo que le da pena pero que entiende. “Mis hijos terminaron sus carreras y decidieron seguir otro camino. Es triste, pero es así”.

Miguel Martínez reconoce que durante todos estos años ha tenido que trabajar mucho para sacar adelante a su familia. Han sido muchas horas al día aunque con la gratificación de hacer algo que le gustaba. “Antes trabaja 16 y 17 horas diarias y ahora hago entre 12 y 14, pero ya se sabe que estos oficios son así y siempre he tenido a mi mujer a mi lado para comprenderme”, dijo.

Se define como optimista por naturaleza, un optimismo que le hace ver siempre la botella medio llena, algo que afirma es fundamental en estos momentos de crisis que estamos viviendo. En este sentido, explicó que “seguimos teniendo ilusión y ganas, y confiamos en que todo cambie porque no puede ser de otra forma, pero reconozco que los momentos no son buenos para nadie”. De hecho, sus trabajos en los últimos años de crisis han caído hasta un 80%, lo que le ha obligado a prescindir de algunos de los trabajadores con los que contaba. Respecto a las ayudas que reciben los empresarios, las cataloga de buenas, pero insuficientes. “Prefiero tener trabajo a que den ayudas”.

Además, señala que siempre le ha gustado avanzar y no estancarse. De ahí que haya viajado a muchos países para crecer a nivel laboral. Entre sus trabajos más destacados está el realizado en las puertas del Museo del Prado o las barandillas del metro de Madrid, así como la restauración de una verja del siglo XVI del Museo de Santa Cruz de Toledo.

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